8/07/2024
La detección temprana de las alteraciones en el metabolismo lipídico es clave en la prevención de la enfermedad vascular aterosclerótica. Las lipoproteínas son sustancias que transportan el colesterol en la sangre, siendo la más conocida la lipoproteína de baja densidad (colesterol LDL). El colesterol LDL presenta una gran aterogenicidad, y generalmente responde a una dieta saludable, ejercicio físico regular y tratamiento hipolipemiante, como las estatinas.
Además del colesterol LDL, existe otra lipoproteína cuya integración en la valoración de riesgo vascular ha supuesto una de las mayores novedades en las últimas décadas: la lipoproteína (a). Contiene una partícula de colesterol LDL que tiene unida la apolipoproteína (a), que le otorga una actividad protrombótica, incrementando todavía más el riesgo de infarto agudo de miocardio y de ictus isquémico. La peculiaridad de esta lipoproteína es que está determinada en un 80% por la genética y su concentración apenas varia a lo largo de la vida, por lo que no puede ser modificada por cambios del estilo de vida.
Recientemente se ha publicado un documento consenso de la Sociedad Española de Aterosclerosis sobre la lipoproteína (a), con la colaboración de la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SEQC-ML), entre otras sociedades científicas. Como recomendación general, se aconseja hacer una determinación de lipoproteína (a) a toda la población al menos una vez en la vida. Sin embargo, actualmente las opciones terapéuticas son limitadas, aunque existen ensayos clínicos muy prometedores. Entonces, ¿qué tengo que hacer si tengo la lipoproteína (a) elevada? Mantener a raya el resto de factores de riesgo vascular: no fumar, cumplir con los objetivos de colesterol LDL, controlar la glucemia, mantener un peso adecuado, la tensión arterial…
Bibliografía
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Documento de consenso para la determinación e informe del perfil lipídico