También conocido como: espondilitis anquilopoyética, EA, espondiloartritis anquilopoyética o anquilosante, espondilitis reumática
¿En qué consiste?
La espondilitis anquilosante (EA) es una enfermedad crónica, que se presenta como una forma de artritis que afecta a la columna vertebral. Ocasiona una inflamación dolorosa de las articulaciones de la columna vertebral y también de las que se encuentran entre la parte inferior de la columna vertebral y la pelvis. En los casos avanzados, las vértebras pueden fusionarse entre ellas, limitando todavía más el movimiento y forzando la posición encorvada de los afectados. A veces puede afectar a otras articulaciones u órganos.
La espondilitis anquilosante es más frecuente en los varones que en las mujeres y suele diagnosticarse al final de la adolescencia o bien en la segunda o tercera década de la vida. Las personas con el antígeno leucocitario humano HLA-B27 presentan mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad. Sin embargo, el hecho de tener el antígeno no produce obligatoriamente una espondilitis anquilosante. Los investigadores siguen estudiando la posibilidad de que existan otros factores desencadenantes.
Existen varias teorías sobre la causa exacta de la inflamación asociada con la EA. Una posibilidad es que el ADN extraño, como el de un virus, pueda activar el sistema inmunitario del cuerpo, pero el sistema inmunitario reacciona de forma exagerada y comienza a atacar a sus propias células, lo que provoca una inflamación crónica. En este momento, se desconoce la causa exacta de la inflamación que se observa en la EA. Uno de los efectos de la inflamación crónica de los ligamentos alrededor del hueso, particularmente en la columna vertebral, es el desencadenamiento del crecimiento de hueso nuevo, lo que puede hacer que las vértebras individuales se fusionen. La fusión de las vértebras puede conducir a una movilidad reducida permanente de la columna, así como a la rigidez de la caja torácica. Cuando la caja torácica se vuelve menos flexible, el tórax no puede expandirse completamente y esta menor capacidad para tomar aire provoca dificultad para respirar.
Acerca de la espondilitis anquilosante
Signos y síntomas
Entre los primeros síntomas de la EA se incluyen el dolor y la rigidez en la parte inferior de la espalda y en las caderas, que pueden fluctuar con el tiempo y extenderse a otras partes del cuerpo. El dolor y la rigidez además de fluctuar pueden extenderse a otras zonas del organismo. En un 40% de las personas con EA existe una afectación ocular conocida como uveítis; esto puede ocasionar dolor ocular, molestias e hipersensibilidad a la luz y visión borrosa. Otras complicaciones pueden ser la disfunción cardiaca y la enfermedad pulmonar.
Pruebas relacionadas
No hay una prueba única para realizar el diagnóstico de la espondilitis anquilosante (EA), por lo que se establece evaluando los signos y síntomas del individuo, aunque las pruebas de laboratorio y otras pruebas complementarias son de utilidad. Entre estas pruebas se incluyen:
- Proteína C reactiva: para detectar la presencia de inflamación.
- Velocidad de sedimentación globular (VSG): también asociada a la inflamación.
- Hemograma: para detectar anemia, que puede constituir una complicación de la inflamación crónica, y el aumento del recuento de leucocitos como un marcador de inflamación.
- HLA-B27: para determinar si la persona afectada presenta en la superficie de sus células este antígeno leucocitario humano; en el caso de que sea positivo, el riesgo de que se trate de una EA aumenta de manera significativa, aunque la prueba no es diagnóstica, debiendo considerar también los signos y síntomas.
- Radiografías u otras pruebas de imagen: para detectar si existen cambios en las articulaciones y huesos, aunque es posible que pasen muchos años antes de que se puedan observar las transformaciones degenerativas características de la EA.
El diagnóstico precoz permite prevenir o retrasar las complicaciones de la enfermedad.
Tratamiento
A pesar de que la espondilitis anquilosante o anquilopoyética (EA) no se puede curar, el ejercicio y la actividad física ayudan a prevenir la rigidez articular. Se prescriben fármacos para aliviar el dolor y la inflamación, por ejemplo, los fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como ibuprofeno, naproxeno e indometacina. Otros tratamientos consideran la administración de fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME) como el metotrexate y la sulfasalazina y también corticosteroides como la prednisona. Se dispone actualmente de fármacos que bloquean el factor de necrosis tumoral (FNT) como adalimumab, etanercept, infliximab y golimumab. No obstante, todos estos fármacos se asocian a efectos secundarios no deseados y por ello el médico debe seleccionar las opciones terapéuticas más adecuadas para cada individuo.
Enlaces
Pruebas relacionadas:
Velocidad de sedimentación globular
Estados fisiológicos y enfermedades:
En otras webs:
Artholink.com: La espondiloartritis anquilosante
Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI): Espondilitis anquilosante o anquilopoyética
Medline: Espondilitis anquilosante
American College of Rheumatology (ACR): Espondiloartritis
MayoClinic: Espondiloartritis anquilosante
Spondylitis Association of America
Arthritis Foundation: Ankylosing Spondylitis & Nonradiographic Axial Spondyloarthritis