Para evaluar la formación inapropiada de coágulos de sangre (episodio trombótico o tromboembolismo); para determinar si se puede padecer una deficiencia de proteína C o proteína S.
Proteína C y Proteína S
Cuando se forman coágulos de manera inexplicable; cuando un recién nacido presenta un trastorno grave de la coagulación; a veces, cuando algún familiar cercano tiene una deficiencia hereditaria de proteína C o proteína S.
La determinación se realiza a partir de una muestra de sangre venosa.
Tienen que haber transcurrido como mínimo 10 días desde el episodio trombótico y 15 días desde la última toma de medicación anticoagulante antes de realizarse la prueba.
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¿Cómo se utilizan?
Las pruebas para la proteína C y la proteína S suelen solicitarse para evaluar posibles trastornos de la coagulación (estados de hipercoagulabilidad sanguínea) y/o para diagnosticar la causa de una trombosis venosa profunda (TVP) o de un tromboembolismo venoso (TEV).
Normalmente, la proteína S se combina con la proteína C y así se consigue controlar la formación del coágulo. Sin embargo, si estas proteínas estan en cantidad insuficiente o si no funcionan adecuadamente, el proceso de la coagulación puede verse alterado y se pueden formar coágulos de manera inapropiada y excesiva.
Las pruebas para la proteína C y la proteína S se emplean en la evaluación de individuos que forman coágulos de manera inexplicable o que tienen antecedentes familiares de hipercoagulabilidad sanguínea, especialmente si el individuo es relativamente joven (menor de 50 años) o si el coágulo se ha formado en un lugar inusual, como las venas renales, las hepáticas o las cerebrales. También pueden resultar útiles en caso de abortos de repetición. El resultado de la prueba no determina el tratamiento inmediato del TEV; sin embargo al médico le interesará conocer la causa del TEV y la probabilidad de presentar coágulos recurrentes una vez la situación del individuo se haya estabilizado.
Las pruebas para la proteína C y la proteína S evalúan ya sea la función (actividad) o la cantidad (antígeno):
- Las pruebas funcionales suelen solicitarse junto con otras pruebas para evaluar la hipercoagulabilidad, para investigar si la actividad del factor en cuestión es normal y suficiente
- Basándose en estos resultados, se miden también las concentraciones de las proteínas C y S para conocer si su producción está disminuida debido a alguna causa adquirida o hereditaria, para establecer la gravedad y para clasificar el tipo de deficiencia. Para la proteína S se recomienda primero determinar la forma libre de la proteína S antigénica, ya que con la prueba funcional pueden existir interferencias por otros trastornos. Si la falta de proteína C o proteína S es debida a una alteración genética hereditaria, la cantidad de proteína C y de proteína S disponible y su grado de actividad puede ser útil para determinar si un individuo es homocigoto o heterocigoto para la mutación en cuestión
A veces se determinan estas pruebas cuando existen otros trastornos, como enfermedad hepática, deficiencia de vitamina K o cáncer, ya que en tales circunstancias puede estar alterada la formación de coágulos (sangrados o trombosis).
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¿Cuándo se solicitan?
La proteína C y la proteína S se solicitan cuando se ha sufrido un episodio trombótico o un troboembolismo, especialmente si la persona que lo ha sufrido es menor de 50 años y/o no presenta razones obvias para desarrollar coágulos.
Estas pruebas no deberían sin embargo solicitarse hasta transcurridos 10 días como mínimo después del episodio y no deberían solicitarse mientras el individuo está bajo tratamiento anticoagulante. Normalmente, esto significa que el médico tratará el tromboembolismo venoso (TEV) o la trombosis venosa profunda (TVP), eliminará la amenaza inminente que supone el coágulo sanguíneo, y someterá al individuo a una pauta de tratamiento anticoagulante limitada (a menudo entre 3 y 6 meses).
Cuando la situación se ha estabilizado, es frecuente que el médico solicite un estudio de los niveles y de la actividad/función de proteína C y de proteína S libre, junto con otras pruebas asociadas a hipercoagulabilidad, para determinar la causa del trombo y para evaluar el riesgo de que vuelva a suceder.
Las pruebas para proteína C y proteína S pueden solicitarse cuando un recién nacido presenta un trastorno grave de la coagulación, como una coagulación intravascular diseminada (CID) o una púrpura fulminante.
Una prueba que evidencie una disminución en la concentración o la actividad de la proteína C o proteína S debería repetirse antes de proceder a un diagnóstico. Si se detecta una deficiencia adquirida, las concentraciones de proteína C y proteína S pueden monitorizarse a medida que la situación subyacente progresa o cuando se ha resuelto. Una alteración hereditaria no suele monitorizarse pero sin embargo el médico lo tendrá presente cada vez que el individuo se exponga a situaciones que puedan incrementar el riesgo de formar coágulos, como una intervención quirúrgica, quimioterapia o uso de anticonceptivos orales.
Si bien las pruebas para la proteína C y la proteína S no se recomiendan como pruebas de cribado rutinario, pueden a veces solicitarse en familiares de personas con deficiencias hereditarias de proteína C o proteína S, especialmente si el individuo afectado presenta una forma grave o tuvo su primer episodio trombótico a una edad temprana.
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¿Qué significan los resultados?
Una concentración elevada de proteína C y proteína S no suele conllevar problemas ni se considera clínicamente significativa.
Si tanto la actividad como las concentraciones de proteína C y proteína S son normales, se supone que también es normal la regulación de la formación de coágulos.
Una concentración reducida de proteína C o proteína S puede provocar la formación excesiva o inadecuada de coágulos. Si la proteína es disfuncional (concentración normal de proteína pero que no funciona correctamente), el proceso de la coagulación tampoco estará debidamente regulado. Ambas situaciones pueden llevar a un riesgo aumentado de desarrollar un coágulo que obstruya el flujo de sangre en las venas, si bien la severidad del riesgo dependerá del grado de deficiencia o del grado de disfunción de la proteína.
Deficiencias adquiridas
Concentraciones disminuidas de proteína C y proteína S pueden estar asociadas a una producción insuficiente o a un aumento de su uso. Debido a que ambas proteínas se sintetizan en el hígado y son dependientes de vitamina K, las enfermedades hepáticas, las deficiencias de vitamina K o tratamientos anticoagulantes anti-vitamina K pueden resultar en una disminución de los niveles de proteína C y/o proteína S. Algunos trastornos como una coagulación intravascular diseminada (CID) que provoca sangrados y formación de coágulos simultáneamente por todo el organismo, consumen factores de la coagulación, entre ellos las proteínas C y S, a una tasa muy elevada, y por lo tanto, sus niveles en sangre estarán muy disminuidos.También pueden observarse disminuciones de los niveles de proteína C y proteína S en infecciones graves, estados inflamatorios, enfermedad renal, cáncer, infecciones por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), embarazo, inmediatamente después de un episodio trombótico, y cuando se está bajo tratamiento anticoagulante con heparina o acenocumarol o durante una quimioterapia. Todas estas situaciones suponen una producción disminuida o un consumo aumentado de proteína C y/o proteína S, pudiendo ser leves y transitorias (como el embarazo) o bien graves, y ser agudas, crónicas o progresivas.
Deficiencias hereditarias
A pesar de que las mutaciones hereditarias en los genes que producen la proteína C y la proteína S son relativamente raras, pueden resultar en:- Disminución de la producción de proteína C o proteína S
- Alteraciones en la proteína C o proteína S que impiden que se unan entre ellas para formar un complejo de proteína C funcional activado
- Proteína anómala que puede unirse a la otra y formar el complejo, sin embargo, el complejo de proteína C es incapaz de degradar los factores VIII y V como debería ser
- Proteína S anómala que se elimina más rápidamente del organismo, como se observa en el déficit de tipo 3
Estas mutaciones son independientes una de otra siendo más probable que la mutación afecte a una u otra proteína (proteína C o proteína S). Las alteraciones en el gen pueden heredarse de manera homocigota o heterocigota, en función de si ambas copias o una copia del gen están alteradas, respectivamente. Una mutación de tipo heterocigoto aumenta el riesgo de desarrollar una trombosis venosa profunda (TVP) y/o un tromboembolismo venoso (TEV), pero la de tipo homocigoto en cualquiera de los genes puede llevar a una coagulación excesiva y grave, que en el recién nacido puede ocasionar una púrpura fulminante o una coagulación intravascular diseminada (CID), comprometiendo su vida; esta situación requiere una vigilancia médica durante toda la vida para evitar la aparición de episodios trombóticos recurrentes.
Existen tres tipos de déficit de proteína S asociados a estados de heterocigosis para proteína S. Las personas heterocigotas para el déficit de proteína S presentan un riesgo 10 veces mayor que las personas normales de desarrollar un TEV. En la tabla siguiente se resumen los resultados hallados en cada una de las deficiencias. Los tipos más frecuentes son el 1 y el 3.
Tipo de déficit
Proteína S funcional
Proteína S libre antigénica
Proteína S total antigénica
1
Disminuida
Disminuida
Disminuida
2
Disminuida
Normal
Normal
3
Disminuida
Disminuida
Normal
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¿Hay algo más que debería saber?
Si existen deficiencias de otros factores de la coagulación, como en déficits de antitrombina o en algunos trastornos hereditarios como el factor V Leiden o la mutación 20210 de la protrombina, las consecuencias de un déficit de proteína C o proteína S se exacerban.
El plasma fresco congelado contiene proteína C y proteína S y puede utilizarse a corto plazo con finalidad preventiva cuando un individuo debe someterse a una intervención quirúrgica.
Actualmente se está investigando acerca de la posibilidad de tratar ciertas sepsis con proteína C activada; sin embargo, ésta prácticamente no se ha utilizado en individuos con déficit de proteína C. Recientemente, la FDA (Food and Drug Administration) aprobó el uso de un concentrado de proteína C en personas con déficit de esta proteína.
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¿Puede realizarse esta prueba durante el tratamiento anticoagulante?
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¿Se puede hacer algo para aumentar la concentración de proteína C y proteína S?
No directamente. Si se presentan deficiencias debidas a una situación transitoria (como embarazo o infección) éstas se normalizarán por sí mismas. Si se deben a una causa subyacente, como enfermedad hepática o deficiencia de vitamina K, debe resolverse primero esta situación. Si se tienen deficiencias o disfunciones hereditarias de alguna de estas 2 proteínas, el médico informará sobre la necesidad de disminuir otros factores de riesgo de formación de coágulos como disminuir unas concentraciones elevadas de homocisteína, no fumar, y evitar el uso de anticonceptivos orales. Si fuera necesario, puede administrarse como una medida de prevención (por ejemplo antes de una intervención quirúrgica) plasma fresco congelado ya que contiene proteína C y proteína S, pero no es éste un tratamiento que pueda emplearse diariamente.
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¿Deberían someterse a análisis los familiares de una persona con deficiencia hereditaria de proteína C o proteína S?
No necesariamente. No se recomienda un cribado rutinario debido a que la penetrancia de los genes es baja. Esto significa que aunque se tenga la alteración genética, puede no presentarse nunca un problema relacionado con la formación de coágulos. Sin embargo, al médico le puede interesar solicitar estas pruebas si el individuo tiene una historia familiar significativa de una deficiencia grave de proteína C o proteína S, o antecedentes de haber sufrido episodios trombóticos siendo joven.