Se trata de uno de los estados patológicos más graves que puede llegar a afectar a una mujer embarazada. Aproximadamente 5 de cada 100 mujeres embarazadas terminará desarrollando preeclampsia, ésta suele ocurrir a partir de la semana 20 de gestación.
Se diagnostica cuándo una mujer embarazada presenta presión arterial elevada (hipertensión), concentración incrementada de proteínas en orina (proteinuria) y/o hinchazón de manos, pies o cara debido a la aparición de edemas. En los casos más graves se pueden llegar a afectar ciertos órganos cómo los riñones o el hígado, acumularse líquido en los pulmones o incluso llegar a tener afectaciones a nivel de sistema nervioso central. No tratar adecuadamente la preeclampsia puede conllevar graves consecuencias para la mujer embarazada ya que puede dañar sus órganos e incluso provocar-le convulsiones. Cuando ya han aparecido las convulsiones ya no hablamos de preeclampsia sino de eclampsia y si no es tratada con rapidez puede ser fatal tanto para la madre como para el bebé. La preeclampsia y la eclampsia pueden también provocar un parto prematuro, retraso en el crecimiento del feto o un desprendimiento de placenta (la placenta se desprende del útero antes del nacimiento del bebé causando un sangrado intenso). Una de cada 200 mujeres con preeclampsia no tratada acaba desarrollando eclampsia. Mayoritariamente la eclampsia se da en el tercer trimestre de embarazo o incluso en los 4 primeros días post parto; es muy raro que aparezca más allá de las 6 semanas después de haber dado a luz. La preeclampsia también puede progresar al denominado Síndrome de HELLP, también muy grave y que pone en peligro la vida de la madre y del bebé. Este síndrome se llama así por las siglas en inglés (Hemolysys, Elevated Liver enzymes, Low Platelet count), hemólisis (rotura de los eritrocitos), elevación de las enzimas hepáticas y plaquetopenia (número de plaquetas bajo).
Los síntomas que causa la preeclampsia no son muy claros y comúnmente pueden confundirse con los típicos de cualquier embarazo o incluso la mujer puede no presentar síntoma alguno. Por esto es tan importante que las embarazadas acudan a revisiones periódicas para poder detectar cuanto antes si hay preeclampsia. En estas revisiones a través de pruebas físicas y de laboratorio se intentara detectar estos signos “silenciosos” de preeclampsia cómo son la hipertensión y la proteinuria.