Cirrosis

5/3/2022

¿En qué consiste?

La cirrosis consiste en la sustitución del tejido normal del hígado por tejido fibroso como consecuencia de una enfermedad hepática crónica. Este proceso se produce de forma gradual, el tejido hepático sano se va reemplazando por tejido cicatricial, afectando así a la estructura del hígado y reduciendo su capacidad de funcionamiento.

La cirrosis está implicada en aproximadamente 32.000 muertes anuales en los Estados Unidos. En el año 2020, en España, esta patología presentó una causa de mortalidad bruta de 8,4 por cada 100.000 habitantes.

La cirrosis suele diagnosticarse entre los 40 y 60 años y es consecuencia de una gran variedad de enfermedades hepáticas crónicas, pudiendo tardar años o incluso décadas en desarrollarse.

El hígado es un órgano vital ubicado en la parte superior derecha del abdomen que presenta una alta capacidad de regeneración. Entre otras funciones, interviene en la conversión de los nutrientes de los alimentos procedentes de la dieta en componentes sanguíneos esenciales, sintetiza múltiples factores esenciales para la cascada de la coagulación, metaboliza y desintoxica multitud de sustancias que podrían ser dañinas para el organismo, produce la bilis (componente necesario para la digestión de las grasas), entre otras múltiples funciones.

Las enfermedades hepáticas pueden ser consecuencia de: infecciones, lesiones, traumatismos, exposición a toxinas, procesos autoinmunes, déficits genéticos que producen un almacenamiento o acumulación de sustancias como el cobre (enfermedad de Wilson) o el hierro (hemocromatosis). El daño producido por estas enfermedades hepáticas puede provocar una inflamación, obstrucción de las vías hepáticas y/o trastornos de la coagulación. Los daños o lesiones prolongados y persistentes en el tiempo pueden conducir a la generación de un exceso de tejido conectivo

En el estado de cirrosis hepática, la estructura del hígado es diferente a la de su estado fisiológico normal, formándose nódulos de células rodeados de tejido fibroso. Este tejido fibroso no tiene la capacidad para funcionar como el tejido hepático normal. Conforme la cirrosis progresa, otros órganos y tejidos del organismo pueden verse afectados. Algunos ejemplos de estas alteraciones y complicaciones son:

  • Aumento de la presión de la vena porta (vena que transporta la sangre hacia el hígado) produciendo hipertensión portal.
  • Inflamación y sangrado de las venas del esófago y/o del estómago (varices esofágicas y/o gástricas) debidas a la hipertensión portal, que conlleva una desviación de la sangre hacia venas más pequeñas.
  • Aumento de sustancias tóxicas en la sangre, como por ejemplo el amonio, pudiendo causar confusión y otras alteraciones del estado mental (encefalopatía hepática).
  • Ascitis producida por la acumulación de líquido en el abdomen.
  • Alteración de la función renal.
  • Disminución de la producción de factores de la coagulación, lo que puede provocar la aparición de hematomas y sangrados.

Las personas con cirrosis presentan mayor riesgo de desarrollar cáncer de hígado (carcinoma hepatocelular). Se estima que este tipo de cáncer aparece anualmente en el 3-5% de los individuos con cirrosis, aunque pueden aparecer múltiples cánceres con el tiempo.

Acerca de la cirrosis

Causas

Si el daño hepático es agudo o limitado, la reparación del hígado suele suceder por sí sola ya que es un órgano con una elevada tasa de regeneración. Por ello, no son las lesiones a corto plazo las que originan una cirrosis hepática, sino las lesiones repetidas o persistentes a lo largo de los años. Las causas son múltiples, aunque se pueden clasificar en alguna de las siguientes categorías:

  • Alcohólica: el consumo excesivo de alcohol de manera prolongada en el tiempo puede conducir a una enfermedad hepática de causa alcohólica y a cirrosis.
  • Asociada a hepatitis, como hepatitis víricas, hepatitis autoinmune y la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA).
  • Biliar: obstrucción y/o lesión de los conductos biliares.
  • Cardiaca: la insuficiencia cardiaca congestiva puede ocasionar lesión hepática y cirrosis.
  • Metabólica o hereditaria: aquí se incluirían enfermedades como la fibrosis quística, hemocromatosis y la enfermedad de Wilson.
  • Asociada a fármacos y toxinas (distintos del alcohol).
  • De causa desconocida (idiopáticas): la causa de la cirrosis se desconoce aproximadamente en un 10% de los casos.

La frecuencia de estas causas varía en función de la población y del área geográfica. Entre las principales causas de cirrosis, se incluyen la infección crónica por el virus de la hepatitis C y el alcoholismo.

También es importante destacar el alto número de casos atribuibles al virus de la hepatitis B (el cual puede cursar con una coinfección con el virus de la hepatitis D). Existen dos causas no infecciosas importantes de cirrosis cuya frecuencia va en aumento: la enfermedad de hígado graso no alcohólico (EHGNA) y la esteatohepatitis no alcohólica (EHNA).

Signos y síntomas

Es posible que muchas personas con cirrosis no presenten síntomas o que estos sean mínimos. El hígado es capaz de compensar la lesión de tal manera que los síntomas no aparecen hasta que el estado de fibrosis y cicatrización está avanzado.

Los signos y síntomas pueden ser inespecíficos e incluyen:

  • Fatiga.
  • Debilidad.
  • Confusión y dificultad de concentración.
  • Malestar abdominal.
  • Picor.
  • Hinchazón y distensión del abdomen (debido a la ascitis).
  • Ictericia.
  • Facilidad de sangrado y aparición de hematomas.
  • Inflamación de las piernas.
  • Náuseas.
  • Pérdida de peso y pérdida de apetito.

Pruebas relacionadas

Es importante detectar la cirrosis lo antes posible, porque la lesión va instaurándose a pesar de que no existan síntomas o que estos sean mínimos. Si se consigue eliminar o controlar la causa de la lesión, el proceso de fibrosis se detendrá e incluso es posible que algunas de las cicatrices fibrosas desaparezcan. A pesar de que son diversas las pruebas de laboratorio que permiten detectar la lesión hepática, ninguna de ellas permite diagnosticar una cirrosis. El método de referencia para el diagnóstico de la cirrosis es la biopsia hepática, sin embargo, este procedimiento es muy invasivo y en algunos casos es posible que tampoco permita detectar la causa.

Ciertas pruebas de laboratorio permiten detectar el estado de lesión hepática, así como evaluar la gravedad de la misma, especialmente si el individuo en cuestión presenta algún factor de riesgo para desarrollar una cirrosis. Pueden solicitarse otras pruebas adicionales para identificar la causa subyacente y monitorizar el estado de salud del individuo a lo largo del tiempo y su riesgo de que desarrolle un carcinoma hepatocelular.

Pruebas de laboratorio de rutina

La lesión hepática se puede detectar en el curso de un examen médico rutinario mediante la solicitud de determinadas pruebas se incluyen en un perfil hepático (conjunto de pruebas de laboratorio que se solicitan con el objetivo de detectar la existencia de una patología hepática) en individuos asintomáticos o que ya presentan síntomas compatibles con una lesión hepática. En general, las pruebas que se solicitan son:

  • Alanina aminotransferasa (ALT): es una enzima que se encuentra principalmente en el hígado. Los valores están aumentados en todos los tipos de afección hepática, incluida la cirrosis.
  • Aspartato aminotransferasa (AST): esta enzima se encuentra en el hígado y en otros órganos, siendo por ello menos específica. Su valor puede aumentar en pacientes con enfermedad hepática, incluyéndose la cirrosis.
  • Fosfatasa alcalina: esta enzima se encuentra en los conductos biliares. Por ello, puede ser normal o encontrarse levemente elevada en la cirrosis.
  • Bilirrubina: este metabolito se produce exclusivamente en el hígado y aumenta en muchas enfermedades hepáticas. Sin embargo, en la cirrosis suele ser normal o se encuentra ligeramente aumentada hasta estados avanzados.
  • Albúmina: es una proteína producida por el hígado que suele estar disminuida en la cirrosis.

Si alguna de estas pruebas resulta alterada, se añadirán estudios adicionales. Normalmente es más importante evaluar el patrón y la relación que mantienen estas pruebas entre ellas que la interpretación aislada de cada una. Es posible que se repita su medida al cabo de unos días del primer análisis, para averiguar si el patrón se mantiene para así aportar una ayuda diagnóstica.

Otras pruebas de laboratorio frecuentes incluyen:

  • Hemograma: permite llevar a cabo la evaluación del estado de las células de la sangre (hematíes o eritrocitos y leucocitos) y plaquetas. En el caso de que se haya producido algún sangrado puede existir anemia (valores disminuidos de hemoglobina), además, en la cirrosis, el recuento de plaquetas puede estar disminuido (trombopenia).
  • Tiempo de protrombina (TP) y ratio internacional normalizado (INR): muchos factores de la coagulación se producen en el hígado. Esta prueba se incluye en la evaluación del estado de coagulación del individuo y puede estar aumentado en la cirrosis.

Muchas de las pruebas descritas anteriormente pueden ser útiles en la monitorización de la progresión de la cirrosis. Además, los valores obtenidos serán cada vez más anómalos conforme avanza el estado de la patología.

Pruebas adicionales

  • Pruebas de la hepatitis B y de la hepatitis C: para averiguar si estas infecciones son la causa de la enfermedad.
  • Análisis del líquido peritoneal o ascítico: si existe ascitis.
  • Biopsia hepática: supone la obtención de una muestra de tejido hepático para evaluar su estructura. Puede indicar, la presencia de cirrosis sin embargo, un resultado negativo no descarta la existencia de cirrosis.

En función de la causa que se sospeche, pueden solicitarse una o varias de las siguientes pruebas:

Algunas pruebas se solicitan para monitorizar el desarrollo de las posibles complicaciones:

  • Alfa-fetoproteína marcador tumoral (AFP): con frecuencia está discretamente elevada en la cirrosis, pero puede aumentar mucho en el caso de cáncer de hígado.
  • Des-gamma-carboxi protrombina: puede aumentar en el caso de cáncer de hígado.
  • Amonio: los valores aumentan en la etapa tardía de la cirrosis con insuficiencia hepática que cursa con clínica neurológica (encefalopatía hepática).

Con menor frecuencia, pueden realizarse cálculos a partir de otras pruebas para establecer la probabilidad de que se desarrolle cirrosis o para establecer su pronóstico:

  • Escala de puntuación de Child-Turcotte-Pugh (CTP) para la cirrosis: para evaluar la expectativa de vida en estadios muy avanzados de cirrosis.
  • MELD (modelo para enfermedad hepática en fase terminal): en la evaluación de las personas con elevado riesgo de mortalidad, para considerar un trasplante de hígado.
  • Otros algoritmos de cálculo que permiten reconocer la presencia y la gravedad del estado de fibrosis del hígado.

Otras pruebas ajenas al laboratorio

  • Ultrasonidos (ecografía): solicitados en algunas ocasiones para poder diagnosticar la enfermedad por hígado graso de causa no alcohólica (EHGNA).
  • Una vez que existe cirrosis, se realizan ecografías periódicas para controlar que no se desarrolle un carcinoma hepatocelular (cáncer de hígado).
  • Elastografía: para evaluar el grado de fibrosis.

Tratamiento

  • Tratamiento de la causa subyacente de la enfermedad hepática, cuando sea posible. Un ejemplo sería el tratamiento de la hepatitis C crónica con fármacos.
  • Mantenimiento de la función hepática restante: las personas con cirrosis no deben beber alcohol y deben evitar las sustancias que pueden dañar el hígado. Es posible que deban modificar o complementar su dieta para garantizar una nutrición adecuada y trabajar con su médico sobre la dosis de medicamentos, ya que es posible que su hígado no pueda eliminar los medicamentos a un ritmo normal.
  • Tratamiento de complicaciones: a veces se puede llevar a cabo una endoscopia con el objetivo de buscar varices (venas dilatadas) y tratar las varices sangrantes.
  • Trasplante hepático: en los casos avanzados de cirrosis.

Enlaces

Pruebas relacionadas:

Hepatitis A

Hepatitis B

Hepatitis C

Perfil hepatitis aguda

Aspartato aminotransferasa (AST)

Alanina aminotransferasa (ALT)

Fosfatasa alcalina

Bilirrubina

Creatinina

Análisis del líquido peritoneal

Estados fisiológicos y enfermedades:

Enfermedad hepática

Hepatitis

Alcoholismo

Hemocromatosis

Enfermedad de Wilson

Ictericia

Enfermedades autoinmunes

Noticias:

Descubre qué es el hígado graso no alcohólico y cómo detectarlo

En otras webs:

National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases (NIH): Cirrosis

Medline: Cirrosis

Familydoctor: Cirrosis e hipertensión portal

MayoClinic: Cirrosis

American Liver Foundation (ALF): Cirrosis del hígado

Centers for Disease Control and Prevention (CDC): Viral Hepatitis

American Gastroenterological Association (AGA)

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